viernes, 5 de agosto de 2011

Calafell impulsa la marcha nórdica como oferta turística



Cuando cuatro años atrás Calafell se propuso popularizar la marcha nórdica comoactividad turística complementaria al sol y playa, más de uno pensó que debía de tratarse de una broma. "¿Dónde habéis dejado la nieve?, nos decían", recuerda Miqui Pareja, uno de los monitores. El tiempo ha dado la razón a quienes creyeron en la potencialidad de esta disciplina en el municipio, aprovechando la facilidad por establecer en Calafell rutas de distintos niveles y exigencias. El pasado año, cerca de 4.000 usuarios se apuntaron a las salidas gratuitas organizadas por el Patronato de Turismo.

Quince minutos antes de la salida matutina del pasado sábado, una veintena de personas preparan sus palos, en el paseo marítimo. Ni la amenaza de lluvia ni la hora –se sale a las ocho de la mañana para evitar el calor– han amedrentado al personal. "Empezamos con gente mayor y ahora en algunas salidas tenemos 75 usuarios de todas las edades. Y casi todos repiten", destaca Alessia Bertolino, coordinadora de la marcha nórdica en Calafell.
A sus 55 años, Francisco Vargas conoció la marcha nórdica en esta localidad, donde además de las salidas con monitores titulados se ceden los palos. "He perdido 42 kilos en un año", explica. Si bien en Calafell aseguran que fueron pioneros en promover este deporte como actividad turística en Europa para ir más allá del sol y playa, Lloret y Vicenza (Italia) le siguen los pasos.
El equipo de monitores espera superar los 5.000 usuarios este año, de febrero a diciembre. El perfil de los practicantes es diverso, de enfermos a quien los médicos prescriben la marcha, a turistas, sobre todo catalanes, pero también visitantes de Bélgica, Francia y Holanda, donde es mucho más conocido el nordic walking.
Al finalizar la ruta, en un último tramo sobre la arena de la playa, tras recorrer 13 kilómetros en dos horas y media entre el paseo marítimo, la playa y una zona de cultivos y bosque de Calafell, la instructora dirige los ejercicios de estiramiento. Camisetas empapadas de sudor, cansancio y caras de satisfacción. Josep Anton Virgil, de 70 años, muestra feliz la pantalla de su teléfono móvil, equipado con GPS. "Llevo 3.400 kilómetros en un año", comenta. Los problemas de rodilla pasaron a la historia.

El grupo, que antes se dividió en dos en función del ritmo y la intensidad se reúne frente al mar antes de despedirse. Maria, Dolores e Isabel, tres amigas de mediana edad, se marchan sonrientes. "Los palos nos han cambiado la vida", celebran.

Fuente: La Vanguardia

Marcha Nórdica en Calafell TV3 13/8/2011

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